Compañeras y compañeros constituyentes, ayer luego de hacer uso de esta tribuna, tuve una de las grandes experiencias de mi vida al proponer para la ciudad de México la ampliación del espectro de la libertad que sentí aceptada pero que fue votada en contra luego de una extraña maniobra parlamentaria.
Independientemente de ese resultado, por mi edad y por mi biografía, yo he decidido arrogarme como propia lo que proponía para todos, el más amplio derecho para decir todo cuanto siento, sin límites ni cortapisas. Y por lo demás, me he restringido en la vida sólo en contadas ocasiones, por alguna actitud de prudencia que me ha dictado mi propia conciencia, porque al igual que el Adriano de Margarita Yoursenar, he buscado la libertad más que el poder, y el poder tan sólo porque en parte favorecía a la libertad.