De la Hacienda Pública

He pedido el uso de la palabra para hablar en contra de la propuesta del artículo correspondiente, no porque no acepte que en su formulación ha habido avances en cuanto al planteamiento de cómo orientar el manejo de la Hacienda Pública, sino porque siento que en su planteamiento no hay una modificación sustancial al aspecto tecnocrático del planteamiento.

Se mantiene una posición que nos ha afectado enormemente en la Ciudad de México, como nos ha afectado también en el país. La orientación es un modelo neoliberal que ha causado grandes conflictos a la ciudadanía y que ha preservado en forma lamentable las graves diferencias que existen.

Me hubiera gustado que en planteamiento que hoy nos presentan quienes han, en la Comisión correspondiente, definido los puntos de la Hacienda Pública, se buscara un nuevo modelo económico que permitiera justamente modificar las diferencias, en donde la transparencia fuese cuestión consustancial con los planteamientos, en donde se planteara la necesidad de presupuestos que han sido consultados con la comunidad, en donde se definiera con precisión que la austeridad republicana a la que nos hemos referido en el Grupo de MORENA insistentemente, será una condición necesaria para el mejoramiento de las condiciones de nuestra ciudadanía.

Una austeridad republicana que disolviera e incluso que proscribiera ya en definitiva que acabara con la discusión, que no llevó ayer varias horas, en cuanto a que se utilizan los programas sociales para manejos partidarios, para la obtención de votos, para buscar negocios, para hacer organizaciones cupulares en beneficio de condiciones personales o particulares.

Un planteamiento en donde los ciudadanos tuviesen un permanente observatorio sobre el cuidado de los dineros públicos, que se planteara un modelo en donde la solidaridad fuera esencia misma del modelo de desarrollo de nuestra ciudad, en donde la ética que se menciona de soslayo fuese la condición absoluta del manejo de los recursos.

Kant, en la presentación de su curso sobre ética, señalaba que la ética es un asunto que no puede enseñarse con otra condición diferente al ejemplo, y los ejemplos que hemos tenido de los manejo de los recursos públicos han sido muy diferentes a lo que debiera desearse.

Todo eso debiera estar contenido en el planteamiento del manejo de la Hacienda de la Ciudad de México. Enfocados los recursos, no enfocados los recursos, no encapsulados como en algún momento se plantea de un porcentaje definitivo para la infraestructura, por ejemplo, sino para lograr una ciudad productiva, una ciudad en donde se impulse el derecho al trabajo de las obras fundamentalmente más desprotegidas, en donde se garantice la inserción productiva de los sectores populares, a través de espacios  de actividades generadoras de ingresos, en donde se haga, se decía por aquí en la Constitución, además de una ciudad del conocimiento, una ciudad de trabajo, de productividad solidaria, en donde pudiéramos desarrollar proyectos productivos que fomenten por fórmulas de organización social, un presupuesto, reitero, que fuera consultado con la comunidad.

Es muy importante que en la concepción de nuestra Hacienda Pública y que quedara plasmado claramente en la Constitución, la necesidad de mover los caminos del desarrollo hacia el beneficio de la totalidad de la población y no enfocarlos a los negocios particulares privados que enriquecen a pocos y empobrecen a muchos.

Es necesario fortalecer las capacidades creadoras, las capacidades autogestoras, productivas y administradoras de las personas, organizaciones y redes de la economía popular y solidaria.

Esto es lo que quisiéramos nosotros que apareciera en la Constitución, no simplemente mecanismos formales de cómo operar los recursos de la Hacienda de la Ciudad.

Creemos que en esta Constitución, vuelvo a mencionar lo que aquí se ha dicho tantas veces, que es una oportunidad histórica, un hito fundamental debe quedar contemplado, el que los recursos de la Ciudad deben ser en beneficio de los ciudadanos de la ciudad.

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