¿Sonó el despertador?

Pareciera que el 2 de septiembre, en el “Nuevo día del Presidente”, sonó el despertador de Los Pinos, y despertó al Lic. Calderón de tres años del sueño de que “Tenemos rumbo”, “Vamos por el buen camino”, frases que casi casi por Decreto, sustituían en el discurso reiterado a la de “Sufragio Efectivo. No Reelección”.

Ese día se iniciaba un “golpe de timón” para enderezar el rumbo que teníamos y con la divisa de que vamos por las “reformas necesarias y no las posibles” -¿iremos por las imposibles?- sacudió a la clase política mexicana y alentó a los empresarios que quieren que las reformas les den garantías suficientes para invertir y ampliar sus dominios.

 

En un reconocimiento tácito de una gestión poco exitosa en sus primeros tres años de gobierno, el Presidente Calderón, con un Congreso dominado por la oposición propone, en un Decálogo, ambiciosos y enérgicos cambios radicales, sin detallarlos, con, entre otras, una Reforma Fiscal de fondo, una segunda generación de Reformas Energéticas –aun cuando la recién aprobada aun no se inicia-, y una Reforma Educativa hacia la calidad de la educación.

 

Digamos ¡bien por el discurso!, aun cuando los buenos discursos, aunque ya los extrañábamos, los hemos tenido desde hace mucho, pero…la verdad, ante la forma y el fondo de los “cambios” de funcionarios –de los que removió por su “excelente desempeño” y de los que designó porque… ¿quién sabe porqué?-; la iniquidad del paquete económico para abordar el “shock”; la amable solicitud a la Maestra Gordillo  para que generosamente apoye la cruzada por una educación de calidad; la reestructuración administrativa que le da al Presidente la función de Contralor, al “eficiente” Secretario de Economía la responsabilidad adicional del Turismo y al “nuevo” de Agricultora y anexas los pendientes de la Reforma Agraria;   la versión mexicana del “Aló, Presidente” y  la mala fortuna de la sequía, las inundadoras tormentas, las amenazas de un nuevo brote de influenza y hasta el impresentable pero glamorosamente presentado secuestro de una aeronave y “el pulcro, heroico e incruento operativo para rescatar ilesos a pasajeros y tripulación”, aumentan nuestras preocupaciones y escepticismo.

 

Sobran las palabras y falta imaginación;  aumentan las responsabilidades y hay carencia de responsables; se acorta el tiempo y crecen las angustias; se multiplican los rezagos y disminuyen los recursos disponibles; se incrementa la desesperanza y cae la credibilidad.

 

Deseaba el poeta para esta su querida Patria mexicana: “Para cada tragedia, otro Morelos”… y lo más que logramos, aunque debemos agradecerlo por la única satisfacción actual de nuestro pueblo es  otro Cuauhtemoc, …pero Blanco. !Gracias, Cuauhtemoc!

 

¡Cuando menos sonó el despertador para la Selección Mexicana de Fútbol!

 

Javier Jiménez Espriú

Septiembre 10 de 2009

jimenezespriu@prodigy.net.mx

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